EL CIMARRÓN DE HATO MAYOR: HOMBRE VIVE DESNUDO, AISLADO Y EN CUEVAS DESDE HACE MÁS DE 30 AÑOS

HATO MAYOR.– En lo profundo de las montañas que rodean la comunidad de Los Altices, en el municipio de Sabana de la Mar, sobrevive un hombre cuya existencia parece sacada de otro siglo. Se trata de Juan, conocido por los lugareños como “El Cimarrón”, quien ha vivido totalmente apartado de la sociedad durante más de tres décadas, en un aislamiento extremo que ha despertado asombro, preocupación y múltiples interrogantes.
Juan, de entre 45 y 50 años, vive sin ropa, duerme en cuevas rústicas construidas con yagua y madera, y rechaza cualquier contacto humano. Su estilo de vida salvaje y solitario le ha valido el apodo de “ermitaño” entre los habitantes de comunidades cercanas, quienes afirman conocerlo desde hace más de 30 años.
Para sobrevivir, recolecta alimentos del entorno montañoso, prepara su propio café con herramientas rudimentarias hechas de piedra, mantiene una fogata encendida día y noche y ha aprendido a encender fuego sin fósforos ni encendedores. Solo acepta ciertos productos —como sal, café en grano o frutas naturales— siempre que se le dejen en un punto determinado, evitando cualquier tipo de acercamiento físico o conversación.
Un equipo audiovisual del colectivo independiente Coro Calle logró recientemente documentar su presencia, luego de cruzar caminos rurales, senderos empinados y más de hora y media de caminata en medio de la vegetación espesa. La última vez que alguien intentó acercarse a él fue hace unos 15 años, sin éxito.
Versiones ofrecidas por vecinos indican que Juan habría sido llevado en una ocasión a vivir con su familia, en un lugar conocido como Loillo, pero regresó a la montaña poco tiempo después y jamás volvió a la vida social. Algunos creen que pudo haber experimentado un evento traumático o alguna condición emocional que lo llevó a rechazar todo vínculo humano.
Durante el encuentro más reciente, fue observado en estado de delgadez extrema, sin emitir palabra, comunicándose apenas con señas y mostrando una actitud evasiva ante cualquier intento de interacción.
Este insólito caso ha captado la atención de defensores de derechos humanos, autoridades y expertos en conducta humana, quienes se preguntan si se trata de una elección voluntaria o de un abandono institucional que ha durado décadas.
Mientras unos lo ven como un símbolo de autosuficiencia radical, otros exigen que se evalúe su situación con responsabilidad, garantizándole asistencia médica y psicológica si fuera necesario, siempre respetando su dignidad y libre albedrío.
La figura de Juan, “El Cimarrón”, sigue siendo un misterio viviente entre cuevas, fuego y silencio, en medio de un mundo moderno que apenas logra comprender su aislamiento.
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