Rubby Pérez, “La Voz Más Alta del Merengue”, muere trágicamente en el colapso del Jet Set: deja un legado imborrable y siete hijos
Por Winston Hernández
Santo Domingo, R.D. – La madrugada del martes 8 de abril de 2025 marcó un antes y un después para el merengue dominicano. En cuestión de segundos, la alegría se transformó en horror cuando el techo de la legendaria discoteca Jet Set colapsó mientras cientos disfrutaban de una presentación en vivo del afamado merenguero Rubby Pérez.
Horas después, entre escombros y silencio, equipos de rescate del Centro de Operaciones de Emergencias (COE) confirmaron lo impensable: Rubby Pérez, de 69 años, había fallecido en el lugar que tantas veces fue testigo de su gloria. Su cuerpo fue recuperado en la madrugada del miércoles, generando una ola inmediata de dolor en toda la nación.
Apodado con justicia “La Voz Más Alta del Merengue”, Rubby no solo dejó una marca con su imponente registro vocal, sino también con un repertorio que hizo bailar y enamorarse a generaciones. Desde sus inicios en Wilfrido Vargas hasta sus inolvidables éxitos como solista, su figura trascendió escenarios, países y décadas.
Aquella noche, mientras interpretaba uno de sus clásicos, el público vibraba, sin imaginar que sería su última actuación. El desplome tomó a todos por sorpresa. Gritos, caos y una nube de polvo cubrieron el ambiente festivo. A partir de ese momento, la historia cambió para siempre.
Rubby Pérez no solo era un artista consagrado. Era padre de siete hijos, viudo desde el 2022 de Inés Lizardo, su compañera de vida durante 48 años. Su muerte deja un profundo vacío familiar, pero también nacional.
El luto ha tocado al merengue, a la cultura popular y al alma del pueblo dominicano. Figuras del arte, la política y la ciudadanía en general han expresado su pesar y reconocimiento al legado de un hombre cuya voz fue, sin exagerar, un emblema sonoro del país.
Se estima que la tragedia del Jet Set ha cobrado más de 113 vidas hasta el momento. Y entre ellas, la del hombre que cantó con el corazón, vivió para la música y murió haciendo lo que amaba.
Hoy, la voz más alta del merengue se ha apagado… pero su eco resonará por siempre.
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